Pronto volverá la alegría a las almazaras cordobesas, que la campaña pasada vieron caer su actividad, con una fuerte pérdida de producción y de empleo en el campo. Los olivareros miran también con alegría al cielo que, aunque tarde y tras un verano tórrido en el que las plantaciones han sufrido y la aceituna empezaba a encogerse, está regalando unas lluvias que pueden salvar las cosechas. Si todo se desarrolla como se espera, la provincia experimentará una fuerte subida (54%) de la producción de aceite de oliva, de modo que la campaña 2015/2016 podría alcanzar las 252.000 toneladas, una cifra que está ligeramente por encima de la media de las cosechas de los últimos cinco años. Para ello, se recogerán en la provincia 1.279.807 toneladas de aceituna, lo que generará un empleo que se estima entre los 3,2 y los 3,6 millones de jornales, permitiendo que el empleo eventual en el campo se recupere, al igual que las actividades y el empleo indirecto que genera el aceite de oliva. Otra novedad para Córdoba será el fuerte incremento de la producción de aceituna de mesa, una industria creciente en nuestra provincia.
Son los datos del primer aforo de la Junta de Andalucía, presentado ayer en Jaén por la consejera de Agricultura, Carmen Ortiz, y que estima para Andalucía una cosecha que superará el millón de toneladas de aceite y generará 15 millones de jornales.
Las buenas expectativas llegan en un momento en el que los precios del aceite de oliva están por las nubes, al menos para lo que el consumidor está acostumbrado a abonar por este producto en Andalucía, donde es de uso cotidiano. La escasez ha dado lugar a que en origen, el kilo de aceite virgen extra se esté pagando hoy a 3,75 euros, de manera que, en la venta minorista, la mayor parte de los aceites de oliva virgen extra se vende en los lineales por encima de los 5 euros el litro. Habría que discutir si estamos ante un precio caro, pues se trata de un producto natural de elevada calidad, pero también hay que constatar que recibe ayudas de la UE y, sobre todo, que el consumidor se acostumbra muy lentamente a valorarlo como se merece. De hecho, como reacción a esta situación puntual, proliferan en los comercios los aceites «de oliva», con mezclas de calidades inferiores y otras grasas vegetales, que podrían a la larga restar consumidores a un producto tan nuestro, tan sano y tan excelente.
Todo indica que cuando empiece a envasarse la nueva cosecha bajarán los precios, pero mucho menos de lo que han subido, y seguirán bastante altos. Por eso, procede hacer aquí de nuevo el llamamiento al sector para que avance, se modernice en el aspecto comercial y busque fórmulas que permitan, sin «tirar» los precios, encontrar un equilibrio, pues el olivo puede ser «vecero» –el famoso «año y vez» de las cosechas de nuestros mayores, que ya no se da forzosamente–, pero el consumidor no lo es tanto, y si se aleja es difícil atraerlo de nuevo.
FUENTE: DIARIODECORDOBA
Viernes, Octubre 30, 2015